Cataluña está conmocionada, los catalanes están conmocionados. Nadie parece quedar del todo al margen. Hay personas que se quejan porque sus vidas están lastradas por la incertidumbre, personas que se emocionan porque sienten en la cara el viento de la Historia, personas que se molestan porque quieren desentenderse y no lo logran, personas que se angustian porque no saben qué pensar, de qué lado ponerse. Algo pasa cuando la política se convierte en emoción: a veces es bueno, a veces menos.
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La fuga de empresas recalentó las divisiones internas entre los secesionistas; el antecesor de Puigdemont advirtió que no están listos para una "independencia real"
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