Jorge Castillo inclinó la cabeza, se sentó en el móvil policial y dirigió la vista a sus muñecas; por un instante, la imagen de las esposas obligándolo a juntar las palmas de las manos lo horrorizó. Después, reflexionó: que iba a salir en la tapa de los diarios; que la mayoría de sus ¿amigos? iban …
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