Claudio Alberto Tinari, empresario gastronómico, jugador de rugby, oriundo de Merlo, se sienta y espera en una celda de Pinamar. Había desembarcado en la ciudad costera a comienzos de diciembre para tomar control de la concesión del restaurante de un balneario con su staff, un contingente de chicos y chicas que había llegado a comienzos de diciembre, poco más que adolescentes de diversos puntos del país, hospedados en un hotel de la calle Del Cangrejo.
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