Común es escuchar días de mal tiempo, si el pronóstico anuncia lluvias. ¿Por qué vemos a este anuncio como mal tiempo? ¿Por qué un regalo propio de la naturaleza tiene que ser bueno o malo? ¿Por qué hemos perdido esa capacidad de asombro y de sorpresa ante las gotas de agua que caen sin parar, sin anuncios, sin avisos, simplemente cayendo, deslizándose en el aire, armando charcos?
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