El Pastor Guillermo Decena expresó que "una iglesia amargada es una iglesia que se desanima por las dificultades, y esto la debilita y la estanca. No tiene conciencia de la eternidad ni de la dimensión sobrenatural de la iglesia. Pero la clave para vencer el desánimo y la amargura es recordar las promesas de Dios y proclamarlas con fe, pues sus promesas siguen vigentes".
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