Por Gustavo Veiga *** Hay que reconocerse en las debilidades. Al menos son un motor para mí. Después del llanto llegó el aturdimiento que sigue. Soy padre de cinco varones. Los tengo a todos. Pero los papás de Lucas, Cintia y Mario, ya no lo verán más. Ese vacío desgarrador es intransferible. Cada ...
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