A remarla sin parar y sin mirar atrás. Eso aprendió, por ejemplo, Miriam Vera (40) tras superar el pronóstico médico. O Rocío Arrúa (35), que sigue en tratamiento y no piensa bajar los brazos. Las dos son parte de una veintena de mujeres que todos los sábados se reúne en San Ignacio para concientiza
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