Podría decirse que Ángel Di María heredó su habilidad para jugar al fútbol. Su padre, Miguel, le pegaba bien con las dos piernas. No tenía preferencia entre la zurda y la diestra. De adolescente, fue a probar suerte a Buenos Aires y quedó en River, pero regresó a Rosario porque extrañaba mucho a su mamá. De vuelta
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