Como si no tuviéramos suficientes estándares de belleza imposibles de alcanzar con el uso indiscriminado del photoshop en las tapas de revistas o los retoques digitales en film y TV, ahora tenemos también los filtros para “embellecer“ que ofrecen las redes sociales y que, aunque comenzaron como un juego, hoy obsesionan a los adolescentes. Sucede que cada vez más cirujanos y médicos reportan la llegada de pacientes a los consultorios pidiendo parecerse a eso que muestran los filtros de Instagram o Snapchat sobre sus fotos.
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