Cuando una pareja o una persona soltera se postula para adoptar a un hijo le preguntan, entre otras cosas, cuál es el rango de edad del niño que buscan. En ese instante, aparece el primer choque entre los deseos y la realidad: más del 80% de los postulantes sólo quiere bebés o, a lo sumo, niños que apenas caminen para criarlos "de cero". Quienes adoptarían a un chico de 12 años en adelante, en cambio, son muy pocos. Es por eso que Martina -llamémosla así- quedaba inevitablemente fuera de la posibilidad de salir del hogar en el que vive y ser parte de una familia: tiene 13 años.
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