En los primeros dos años de gestión, la combinación de una política fiscal relativamente laxa y una política monetaria dura llevó inevitablemente al atraso del tipo de cambio, hasta que la financiación internacional de los “déficits gemelos” dejó de fluir. Lo que se está abriendo paso, luego de la crisis cambiaria y la decisión de recurrir al FMI, es un nuevo esquema, en el que una política fiscal más restrictiva ayudará a cambiar los precios relativos a favor de la exportación (y la competencia con importados).
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