"Empezó con llantos, llantos desconsolados, a cualquier hora, por cualquier situación que no eran normales. Llantos de angustia, que por más que vos la abrazaras, no había nada que la pueda parar. Llantos de desesperación, que se empezaron a repetir todos los días. Se dormía llorando y luego se despertaba con pesadillas en el medio de la noche", comienza relatando Maira de Neuquén sobre los primeros indicios que notó en su sobrina, de dos años y dos meses.
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