La jugada venía desde la derecha. Llegó el centro, un compañero se la bajó y Lusmila, con el arco a su favor, sólo tuvo que empujarla. Fue el gol que siempre soñó: nada más y nada menos que a River. La niña, de 11 años, miró al cielo para la dedicatoria. Hizo bien. Allá, entre las nubes, festejaba s
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La jugada venía desde la derecha. Llegó el centro, un compañero se la bajó y Lusmila, con el arco a su favor, sólo tuvo que empujarla. Fue el gol que siempre soñó: nada más y nada menos que a River. La niña, de 11 años, miró al cielo para la dedicatoria. Hizo bien. Allá, entre las nubes, festejaba s
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