Afecta a cualquier edad con un pico de incidencia en la infancia, adolescencia tardía y luego de los 65 años, sin diferencias entre sexos. Pese a que con un diagnóstico y un tratamiento certero el 70% de los pacientes deja de tener crisis, la enfermedad y quienes la padecen continúan en un laberinto de sobrediagnóstico, subdiagnóstico, y estigma.
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