La Fuerza Aérea había llegado a la conclusión que las misiones que salían bien temprano a la mañana no encontraban patrullas defensivas. Fue así como ese martes 25 de mayo de 1982 a las 8, despegaron cuatro A-4B. Armados cada uno con una bomba de mil libras, el capitán Hugo Palaver; los tenientes Daniel Gálvez y Vicente Autiero y el alférez Hugo
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