Dios Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son uno, y la armonía entre los tres es perfecta, porque sus virtudes son iguales y sentir también. No podemos concebir al Espíritu Santo como una persona que no anhele tener comunión con nosotros. Dios desea, entre otras cosas, que la comunión del Espíritu esté con nosotros, es por tanto algo fundamental del andar cristiano (2 Corintios 13:14).
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Si la fe es “la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve” ¿cómo se agiganta esa certeza y como se llega a esa convicción? Evidentemente por lo que hemos dicho: con la Palabra de Dios, con relatos de vidas inspiradoras, teniendo una actitud positiva, orando y ayunando. Hoy veremos que cuando oramos nuestra certeza y la convicción de lo que no se ve, aumenta.
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Si la fe es “la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve” ¿cómo se agiganta esa certeza y como se llega a esa convicción? Evidentemente por lo que hemos dicho: con la Palabra de Dios, con relatos de vidas inspiradoras, teniendo una actitud positiva, orando y ayunando. […]
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Como cristianos, nuestro verdadero hogar es el cielo (Filipenses 3:20). Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador. Sin embargo a veces, estamos aferrados al aquí y el ahora. Nos encantan las bendiciones terrenales de Dios. Pero la Biblia nos desafía a centrarnos en “las cosas de arriba”.
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